Mientras los pirómanos disfrutan quemando nuestros bosques y los sicarios se deleitan abaleando a sus víctimas, los políticos empiezan ya a repartir pródigos, los ilusorios e hipotéticos beneficios de darles nuestros votos. Anhelamos una sociedad en la que los incendiarios guarden los fósforos, los matones enfunden sus armas y los políticos planifiquen con seriedad sus estrategias para construir un mejor Ecuador para nuestras familias.
¡Que el Señor nos ayude!