El 29 de enero del 2012, en el periódico de su digna dirección, aparece una carta con el título ‘Abogados de siempre’, del señor Hugo Altamirano, en la que afirma: “La clase abogadil es de una mediocridad espantosa y el ciudadano corriente acude a ella a entablar demandas o defenderse de infamias, cayendo por lo general en manos de inescrupulosos de antemano a pagos y gastos excesivos sin capacidad de reclamo posterior alguno; y en el caso que se pierda el juicio, recibe como excusa común: ‘le pagaron al juez’, ‘yo no le puedo garantizar que va a ganar”, además de otros epítetos.
En mi calidad de abogado que he ejercido mi profesión por más de 30 años, con honestidad, sin que nadie haya podido acusarme de irregularidad alguna, quiero sentar mi protesta, mi indignación y rechazo por lo manifestado por el señor Altamirano, pues no puede generalizar , creo que la mayoría de los abogados somos personas, capaces, honestas, serias, muy bien preparados intelectualmente, es obvio pensar que como en toda profesión existen personas inescrupulosas, pero no puede generalizar, hay curas buenos y malos, militares buenos y malos, médicos en igual forma, pero no se puede generalizar porque se hace mucho daño a una profesión tan noble y sacrificada, creo que si el señor que suscribe ha sido perjudicado, puede acudir a denunciar a los Colegios de Abogados o al Consejo de la Judicatura y que mencione los nombres de los profesionales que le han perjudicado para que sean sancionados conforme a la ley.