¡Qué envidia!

En días pasados, observé el debate sobre el Estado de la nación, en el Congreso de los diputados de España. En este, se evaluaba la forma de actuar del Gobierno, sobre todo en temas financieros y sociales.
Después de cada intervención de sus detractores, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero hacía uso de su derecho a la réplica y defendía su forma de obrar. Me sorprendió que las críticas las hicieran frente a frente y cada uno a su debido momento de manera respetuosa, ordenada y altiva.
El título de este artículo se debe a la envidia que sentí al ver cómo los debatientes presentaban sus apreciaciones, pero mi sentimiento fue más grande al darme cuenta que en mí país no existe, o no se conoce una oposición digna y efectiva para promover un debate y no escuchar únicamente los monólogos de su majestad. Envidio esa tolerancia de la cual tiene absoluta carencia nuestro "limitadito" Presidente siempre que alguien ose cuestionarle.
¡Qué envidia!

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