Es necesario democratizar la presencia de Su Santidad, apoyándose en el ‘Papamóvil, que tan bien funcionó la vez pasada, frente a la opción de ser parte de 2 millones de personas que desde muchas ciudades y países se prevé asistirán a la santa misa en el Bicentenario, y se pueda así verlo pasar por la av. Amazonas hasta subir a la Pontificia Universidad Católica, su siguiente sitio de encuentro.
Su paso por las calles ayudaría a que en el imaginario colectivo no continúe reforzándose la idea de que hasta un encuentro con el Vicario de Cristo se organiza con comodidad solo para unos pocos cientos de afortunados que hemos sido invitados, y para el resto, no. Se está a tiempo para que de manera inclusiva, familias con menores de edad, con personas con capacidades especiales o movilidad reducida puedan ver a nuestro Papa latinoamericano a su paso por las calles, tal y como hizo Cristo al entrar en Jerusalén, para mimetizarse con su humanidad y espíritu de amor.