“Hay un límite, en que la tolerancia deja de ser virtud”, reza un proverbio; he escuchado escandalizado, la desproporcionalidad de la sanción impuesta a un agente Metropolitano, que por su negligencia provocó la muerte de un perro, al no permitir que una camioneta en la que iba el can agonizante, llegara oportunamente a su destino.
¿Es posible que el hombre, haya llegado a un grado tan alto de humanizar irracionalmente la vida de un animal, en detrimento de la carrera de un hombre y su porvenir? ¿Será esa conducta el resultado del empobrecimiento de nuestro pensar, al sucumbir este a las redes sociales, espacio en el cual se diluyó el poco pensamiento crítico que nos quedaba, y espacio, precisamente desde el cual se envió o se quiere enviar al cadalso al infractor? Los comentarios en las redes, que se decantaron a favor del perro, y en contra del futuro del agente y su familia, es un caso de linchamiento mediático sin precedentes, abominable y testigo inequívoco de que el apocalipsis está cerca.