La guerra de EE.UU. con Japón la ganó la tecnología y no la fuerza bruta. Los responsables de tal tecnología tenían orígenes particulares, lejanos al país al que ofrecieron sus ideas y trabajo.
Andrew Gross, en su celebrada novela del año 2016, titulada “The One Man”, y que aún no ha sido traducida al castellano, propone que el valor del intelecto humano está muy por encima de los nacionalismos, xenofobias y otros temores irracionales. Los EE.UU., sociedad compuesta por múltiples culturas y razas, es potencia tecnológica porque acoge personas brillantes y productivas y promueve que éstas echen raíces para evitar su emigración. Nuestra sociedad enfrenta el riesgo de perder personas valiosas que, venidas de otras tierras, enfrentan los mismos problemas y retos que los ecuatorianos para producir e innovar tecnología en el país. Una cosa son aquellos extranjeros que, bajo leyes y economías extranjeras, aprovechan del Ecuador; otra cosa son aquellos extranjeros que en territorio ecuatoriano, y bajo leyes y economías ecuatorianas, aportan y trabajan por Ecuador.