La antonomasia de llamar “Mashi” a nuestro Presidente merece una reflexión. No domino el quichua, pero el conocimiento que tengo sobre él permite que afirme que sus vocablos poseen más que una simple semántica. La cosmovisión de quienes lo hablan, reviste esta palabra cuya traducción al castellano es “compañero”, con un sentido más amplio que la definición del Diccionario de la lengua española: aquel que acompaña a otra persona para algún fin.
La conciliación y la búsqueda de acuerdos debería primar en lugar de la ley del talión, los escarnios y el filibusterismo. El trabajo del Presidente es admirable.
El art. 5 de la Constitución define al Ecuador como un territorio de paz. Que dicho artículo no se limite a interpretaciones militares, sino que practiquemos el compañerismo a través de la cooperación, la armonía y el respeto.