Equivale a la patada del ahogado que está por morir políticamente, con su carisma y su sonrisa pretende manipular a los votantes, para al igual que en el año 2008, construir una nueva base jurídica a su medida, sin equilibrio de poderes y sometiendo el marco legal a su voluntad. El país en el ejercicio democrático responsable, no puede dar paso a esta peligrosa iniciativa capaz de hundir al Ecuador por la inexistencia de seguridad jurídica, el ataque a libertad de expresión y el atropellamiento a la oposición política como ocurrió durante 10 años. Sí es posible promover una Asamblea Constitucional para reformar el marco jurídico de Ecuador depurando, actualizando la legislación a las nuevas realidades del país y su relación con la comunidad internacional.
Para tomar esta decisión se requiere de un análisis lejano a la novelería y la simpatía vinculada al carisma, pues Ecuador debió pagar una gran factura política, social y económica cuando sus ciudadanos votaron por la simpatía con un determinado candidato. Se requiere de propuestas enfocadas en temas clave para el desarrollo, los cuales garanticen la seguridad jurídica, la independencia de poderes, la fiscalización a la gestión pública, la seguridad social, la seguridad nacional a través de las FF.AA.; la apertura a la inversión extranjera y las garantías que como ciudadanos ecuatorianos merecemos.