El país respira un aire de bienestar y tranquilidad a partir del 11 de abril. Este ambiente se lo ganó el pueblo ecuatoriano cuando supo escoger acertadamente, entre la libertad y la opresión, entre la esperada honorabilidad y la comprobada corrupción.
Dentro de este ambiente hemos sido testigos de cómo a lo largo y ancho del país y desde todos los sectores se han levantado voces sugiriendo lo que debe hacer el nuevo presidente; problemas que debe resolver, situaciones que debe cambiar y políticas que debe mantener.
Infortunadamente no hemos escuchado de ninguno de esos sectores sugerencias de lo que cada uno de ellos va a contribuir para el bienestar del país y la fluidez del nuevo gobierno. No hemos oído ni al sector privado, ni estudiantes, ni sindicatos, ni gremios profesionales, ni organismos sociales, aportar con sugerencias de lo que cada uno está dispuesto a aportar. El sector privado debe estar consciente de que la reactivación económica debe pasar inexorable e ineludiblemente por una reactivación social.
Todos los sectores productivos, y el país en general, debemos estar convencidos de que no existirá reactivación económica perdurable que incluya la creación de puestos de trabajo y el pago oportuno y consciente de los impuestos, que no pase necesariamente por una reactivación social.
Debemos estar claros todos los sectores, de que si esto no se da, lo que estaremos haciendo es comprar a plazos el fracaso y quien sabe hasta la liquidación del sector privado basta ver ejemplos en otros países tan conocidos que ni siquiera vale la pena mencionarlos.