Una economía sana es importante para que el país supere las injusticias y desequilibrios sociales. Durante la década robada abundaban los dólares, se llenaron los puestos públicos funcionarios pagados con la plata de todos y creció la burocracia sin límite. Hoy, en épocas de vacas flacas, nos toca pagar la deuda con los chinos, y pagar los platos rotos de la farra del derroche y los millones que se llevaron los piratas que desembarcaron en el poder. Los recursos que eran para escuelas, luz y conectividad se derramaron en sobreprecios, elefantes blancos como las escuelas del Milenio y aulas vacías sin luz, baños sin agua, sin profesores y alumnos que viven a varios kilómetros de distancia.
La demagogia no tiene límites fustigaron al Fondo Monetario Internacional que ahora extiende su mano solidaria con créditos que tendremos que pagar durante algunos años.
Pero pensemos un momento que sin esos créditos los proveedores del Estado en este año de pandemia estarán aún impagos y los burócratas, médicos, profesores, soldados y policías no hubieran cobrado su aguinaldo y no tendrían la última quincena del año.
Debemos aprender la lección, ser austeros, que el Estado haga lo que tenga que hacer y que la empresa privada tenga seguridad y confianza para invertir y crear fuentes de trabajo abundantes. Muchos ecuatorianos perdieron su trabajo formal y se volcaron al desempleo y a la venta ambulante y esa realidad social debemos cambiarla todos.
Ojalá que este 2021 no gane la demagogia, el discurso barato que ha llenado de hambre y miseria América. La gente no come discursos ni ofertas que no se pueden cumplir, la gente come pan obtenido con dignidad y quiere trabajo.
Los recursos públicos deben ser cuidados como si fueran propios, Invertir en carreteras, hospitales, centrales hidroeléctricas bien instaladas y sin putrefactos negociados para que el dinero vaya a sus reales dueños en obras, tecnología y prosperidad.
Son los deseos en este fin de el poder año del que tanta memoria y mis buenos deseos para 2021 que se acerca.