La Justicia tarda pero llegará algún día, es el decir en el argot popular. Los ecuatorianos nos habíamos cuestionado desde hace mucho tiempo cuál sería la verdadera motivación política para proteger a un prófugo de la justicia internacional llamado Assange, el mismo que tuvo la osadía de demandar al país que lo cobijó, como si fuera aquel animal que mordió la mano del amo que le dio de comer, se le dio nacionalidad sin méritos relevantes para ayudarlo, además irrespetuoso con nuestras autoridades. Hasta que por fin se le durmió el diablo y le cayó la ley como era de prever.