Durmiendo en el nuevo Aeropuerto…

Ayer, a la 1 y 30 de la madrugada llegué con mi esposa y mi hija, desde Quito, al Aeropuerto Mariscal Sucre de Tababela. El vuelo internacional de mi hija salía a las 06:15. Yo, había leído que este nuevo aeropuerto, aunque muy distante y sin otras vías de acceso, a más de la Interoceánica, es el mejor del país y el más nuevo de Latinoamérica, por lo tanto me lo imaginé muy distinto y de mejor calidad que el antiguo que funcionó en Quito. 

Pero No, ¡qué va! Que decepción nos llevamos al ingresar a la sala de espera.  Observamos a muchas personas “madrugadoras obligadas”, cansadas, adormecidas, aburridas, desesperadas, tiritando de frío y decepcionadas como nosotros; no habían los suficientes asientos para el público que viaja y peor para el que los despide; los pocos existentes estaban ocupados. No había donde comprar una bebida caliente.

Mucha gente que tuvo que hacerse al dolor, buscó un recoveco a un lado de los “counters” y se tiró en  el piso a descansar o a dormir, hasta que los “funcionarios de las aerolíneas comiencen los chequeos”. Vimos también a un grupo de extranjeros, con sus pequeños hijos, durmiendo en el piso, sin protección térmica. ¡Qué pena y que ternura al mismo tiempo nos dio, pero más que eso, qué vergüenza! Y ¿este es el mejor aeropuerto del Ecuador? ¿El más nuevo de Latinoamérica? ¡Qué espectáculo más deprimente! Esto nunca lo vimos  en el de Quito.

No puede ser, algo anda  mal en esta administración aeroportuaria! Mi esposa y yo, muy acongojados y  molestos nos despedimos de nuestra joven hija. Ella, echa al dolor, mirándonos a los ojos  y sonriendo nos dijo “Vayan tranquilos, no pasa nada…mi maleta de mano está suavita…” Suspiros. De vuelta a casa, pensando en la hora y quince que me tocaba conducir y en el consiguiente chuchaque seco. ¡Qué vaina!

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