La calificación de “miserables” que dio la Fiscal a los corruptos, es precisa y lapidaria, sobre todo en las precarias condiciones actuales; y, vale la pena replicarla, aunque los aludidos, de todos los niveles gubernamentales, se desentiendan y continúen con sus fechorías de toda magnitud, porque la impunidad consolidada en Montecristi, junto al caos institucional, forman el escudo protector de toda miseria moral. La indolencia de los corruptos ha rebasado todo sentido de racionalidad elemental; y, vemos que a nadie le duele la patria, lo que les duele es el desperdicio de las oportunidades de enriquecerse en el menor tiempo posible.
El amor patrio se ha convertido en una simple entelequia que solo se la luce con oportunidad de las contiendas deportivas internacionales; lucir la camiseta de la selección se ha convertido en el más alto símbolo del amor patrio, y, muchos de los corruptos impunes la lucen con orgullo el día de la contienda, pero se olvidad de ella cuando consolidan los grandes, y bien planificados, atracos. La indolencia de los corruptos es la clara demostración del odio patrio que los impulsa; pues, deben odiar tanto a la patria para desmantelarla temerariamente.
El gran corrupto de la década debe odiarle tanto a la patria para haber consumado el atraco de todos los siglos, dilapidando los miles de millones de la lotería petrolera que podía sacarnos del subdesarrollo, eliminando los fondos de ahorro e inversión y también contratando la más voluminosa deuda externa de todos los tiempos. Parece que este gran atracador quiso dar rienda suelta a su odio patrio liquidando al país.
La grave ironía es que, a pesar de la monumental corrupción que nos azota, no existe un solo mecanismo específico de prevención y represión de la corrupción, aparte de la jurisdicción penal y el Ministerio Público de accionar muy limitado, cuando, en carpeta, existen muchos mecanismos idóneos que la maleza de rabos de paja que nos gobierna impide su vigencia. Simplemente tenemos que invertir los procesos, en lugar de que primero sea la acción penal y luego la recuperación de lo robado, primero recuperemos el atraco y luego la acción penal.