Una terrible duda

El fondo y la forma del mensaje presidencial del 24 de mayo, a modo de despedida, me sumen en una terrible duda. ¿Querrá Correa, en verdad, renunciar antes de terminar su período y dejar instalado a Glas en la Presidencia antes de irse? Podría hacerlo, alegando motivos de salud, causados por el terrible “daño moral” que ha recibido en estos 10 años. No me preocupa porque lo considere necesario o lo extrañe, sino por las consecuencias para la democracia y la continuidad de su “proyecto” que tendría esa maniobra.

Dejar a Glas de presidente significaría una mayor probabilidad de que el próximo presidente electo sea él. Mucha gente percibiría que solamente se está “reeligiendo” a Glas y dando continuidad al proyecto de “revolución ciudadana”, como Correa lo deja entender.
La experiencia histórica mundial demuestra que en este tipo de regímenes autoritarios, que controla todos los poderes del Estado, utiliza abusivamente los recursos públicos para sus campañas partidistas. Un candidato oficial -que al mismo tiempo es presidente en funciones- tiene una alta probabilidad de ser reelegido, aun cuando sea burlando la voluntad popular adversa.  

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