Comento su carta dirigida al prestigioso Diario EL COMERCIO en lo referido a su desacuerdo con las afirmaciones del artículo titulado ‘El Gobierno teme un efecto paraguayo’.
Usted dice: El pueblo ecuatoriano, sobre todo el pueblo quiteño, autodenominado “forajidos” se levantó espontáneamente contra el presidente (Lucio Gutiérrez).
Su afirmación me concede la oportunidad de proponerle que presente al país, una gota de prueba en contrario, sobre el hecho de que nunca, como usted sugiere, todo el pueblo ecuatoriano se levantó contra el presidente Gutiérrez; menos aún, todo el pueblo quiteño y, lo que es más, que todos se autodenominaron ‘forajidos’ y se levantaron espontáneamente.
Bienvenido, ex Vicepresidente, al lado obscuro: sustentar su argumentación y generalizar, sobre todo, al decir que el pueblo ecuatoriano y quiteño se volcaron espontáneamente contra Gutiérrez, no es sino confirmar que, cuando usted se desmayó, en lugar de volver en sí, volvió en no.
Efectivamente, un grupo respetable de ciudadanos ecuatorianos y quiteños, no todos como usted afirma, protestó contra el régimen del ex presidente Gutiérrez; tenía razón en varias demandas y no la tenía en otras, pero que estas hayan sido motivo de un derrocamiento ilegal, no se explica sino, a través de un análisis que nos lleva a concluir en la conspiración internacional, sobre la cual circulan malos pensamientos.
Usted dice: El Ecuador había dejado de ser un Estado de Derecho y se hallaba totalmente desinstitucionalizado. La Corte Suprema de Justicia había sido suprimida y todas las instituciones del Estado estaban arrinconadas o perseguidas.
Estimo que deberíamos cultivar el instinto de la moderación; para algo debe servir sentarse en la Silla Presidencial: Ecuador nunca dejó de ser Estado de Derecho ni se hallaba desinstitucionalizado, ni las instituciones estaban arrinconadas y perseguidas. El sistema constitucional funcionó tan bien el año del golpe que, incluso, fue la garantía de sucesión presidencial de la cual se benefició.
Usted dice: en Ecuador, la sede de la Presidencia de la República, después de haber sido alambrada, se encontraba totalmente abandonada, por lo tanto el país se hallaba sin dirección, sin Mandatario responsable.
En este acápite, Usted tiene razón: el edificio, sede de la Presidencia, se quedó solo, cuando el ex presidente Gutiérrez fue expulsado del Palacio con el uso de la fuerza de las armas y la violencia con la cual ordenaron proceder, para dar veracidad a su acusación de abandono de la Presidencia y, sobre todo, sustentar el argumento de quienes lo requerían, para sustituirlo por usted Señor Palacio, en la Silla de Carondelet. Nada que discutir, más bien, observar su habilidad.
Usted dice: Mi deber constitucional fue asumir la Presidencia y pacificar la República, proteger bienes y vidas de los ciudadanos, incluyendo la del presidente Gutiérrez. No hacerlo habría sido inconstitucional, irresponsable y cobarde.
Pues bien; frente al éxito del golpe, su deber constitucional fue asumir la Presidencia; sin embargo, esto de pacificar la República me suena a hacer chocolate sin cacao; más aún, aquello de proteger bienes y vidas de los ciudadanos es exagerado y bastante insufrible, en aquello del supuesto esfuerzo suyo por proteger la vida del ex presidente Gutiérrez… nadie le creería.
Finalmente, usted pontifica al decir: La serenidad, la ecuanimidad y los juicios objetivos son esenciales siempre… Si Usted, ex Vicepresidente, quisiera recordar el capítulo de petición de Embajada ante las Naciones Unidas, estaré a su alcance siempre, a fin de examinar los conceptos de serenidad, ecuanimidad y los juicios objetivos que proclama en la actividad política.