Las farmacéuticas que están tras el liderazgo de la vacunación mundial apuntan a mantener las patentes de sus productos y por supuesto, ganar dinero. Esta consigna de despuntar una vacuna que represente ganancias y el azote del virus, hace que el acceso igualitario, justo y oportuno para la humanidad esté en riesgo y me atrevo a decir es desigual.
La humanidad enfrenta una inequidad ingente, pero las propuestas de equidad se han centrado en palabras, más no en realidades de justicia. Las principales marcas como Pfizer/BioNTech, Moderna, Astrazeneca y Janssen, son acaparadas por países desarrollados, dejando a los demás, como el caso de Latinoamérica, dosis a cuenta gotas. Esto obliga a los estados a fijar sus ojos en vacunas marginadas por Europa, Estados Unidos y Canadá; tales como la rusa Sputnik V y las chinas de los laboratorios CanSino, Sinopharm y Sinovac. Ecuador lleva apenas el 1.36% de su población vacunada y si seguimos a este ritmo nos tomará 5 años vacunar a cerca del 70% de la población para lograr la inmunidad de rebaño. Muchas aristas existen en la producción, distribución y acceso igualitario a las vacunas.
Esperemos que el gobierno entrante desarrolle políticas sanitarias efectivas para proteger a todos y que la humanidad entera deje su individualismo en función de un logro común. Por eso defiendo el acceso libre a las fórmulas de las vacunas, nos oponemos a la patente única y abogamos por una distribución equitativa de las vacunas.