Nuevamente, y con gran pesar, tengo que referirme a los comentarios de una articulista de “El Comercio” que, junto a algunos participantes en “Cartas de los lectores”, tienen como norma cada cierto tiempo ofender a Dios con sus escritos, con sus opiniones absolutamente centradas en su ateísmo y su irreverencia.
Dios no calla nunca, otra cosa es que no queramos o sepamos escucharlo. Dios está en el interior espiritual de cada ser humano, en su corazón, en su mente, hablándonos de la condición actual en que vive la gran sociedad, la humanidad: guerra, violencia, injusticia, dolor, egoísmo, pobreza, y cómo podremos aportar personalmente siendo solidarios, extendiendo la mano, compartiendo el dolor, para acabar con esta miseria humana que nos asola.
Dios nos propone juntarnos y compartir lo mucho o poco que tengamos, considerar que lo que realmente somos, “hermanos”. Debemos estar unidos, caminar juntos, solucionar problemas juntos. Creer todos en la presencia del Señor que nos protege, nos habla (sí, nos habla), nos concede diariamente los dones y gracias que hizo para nosotros (vivir cada día, por ejemplo, recrearnos en la familia, utilizar sin ofensa la palabra, apreciar la naturaleza, conviviren paz) en fin, agradecer cientos de oportunidades que recibimos como hijos predilectos.
Lo único que puedo decirles a los que comentan negativamente de Dios y su palabra, de su generosidad y humildad, de su existencia, es que se puede hablar con Él y hablar de Él. Entonces saltará en nuestro corazón la chispa que negábamos y se encenderá la luz que esperábamos.