Quien lleva este número en la espalda está obligado a ‘cargarse’ el equipo.
Generalmente es zurdo y desde el centro del campo estudia el partido convirtiéndose en el cerebro del mismo como media punta o conductor. Como olvidar a Pelé, Maradona o Platiní, malabaristas con la pelota a la que manejaban con las piernas como haciéndolo con las manos. De sus botines maravillosos brotaba igual un pase de 80 metros, una gambeta imposible o un gol inolvidable. Estos hombres llevan como trofeo el delirio de las gentes que los adoran sin medida en los estadios o las calles, a ellos se les perdona sus deslices como lo hace un padre con su adolescente hijo.
En un estrecho camino que llega a la Bombonera, conté no menos de 10 maradonas idénticos contentando a los turistas con una foto y ahora cuando el verdadero 10 se ha muerto leo en la pantalla: “El primer día sin Diego Maradona” y en las calles de Buenos Aires una espectacular multitud que llora a su ‘Dios’ cantando: “Se fue el hombre y comienza la leyenda”. Atrás quedaron los escándalos, las poses rocambolescas y los vicios, adelante solamente los recuerdos y la figura señera de un ‘Diez’ incomparable.