No se puede politizar, polemizar ni perder tiempo, con las obras trascendentales para el beneficio del país. Hay que analizar seriamente con estudios técnicos por profesionales capacitados y especializados.
No podemos morirnos de sed junto a la fuente. Si el plan “A” del Yasuní-ITT falló, no por culpa del Presidente Correa, sí por el oído sordo de los imperios depredadores de la naturaleza que no dio una respuesta positiva a la propuesta. El país necesita de la explotación de recursos petroleros y mineros, para el desarrollo y el buen vivir.
El actual puerto de Guayaquil, tiene sus pros: la cercanía a la urbe porteña, el comercio que genera puestos de trabajo, etc. Sus contras: que los buques de gran calado tienen que esperar por las altas mareas y cuatro horas toman para cruzar el canal y atracar al puerto.
Tanto como el Presidente y Alcalde de Guayaquil, quieren el bien para el país, por eso deben sentarse a la mesa y como buenos ciudadanos encontrar la solución que beneficie a la patria.