Entre este maremágnum político electoral que lamentablemente atraviesa el país, pasó desapercibida una fecha muy especial: El Día del Maestro Ecuatoriano. Con esta ocasión, permítame, evocar mi época escolar, en la que literalmente se aprendía las primeras letras.
Recuerdo mi Escuela Simón Bolívar, anexa al colegio Juan Montalvo. Director era el Dr. Samuel Isaac Becerra; profesores, los hermanos René y Edgar Torres que en esa temporada también eran árbitros de fútbol. Recuerdo con cariño a todos mis maestros, especialmente a mi primera profesora, pues es la “señorita” del primer grado (que así se denominaba en aquella época, año 1960) la que queda en el corazón y la mente.
Por ello, a la digna señora Angélica de Segovia, si Dios la tiene todavía con vida, o a su descendencia, deseo expresarle mi imperecedero agradecimiento. Todo lo que humildemente he aprendido en la vida es sobre el abecedario que ella me enseñó, sobre las vocales que con actitud maternal me graficaba en el pizarrón negro de tiza de polvo; sobre las elementales operaciones aritméticas que conjuntamente con los números fui descubriendo; sobre los valores morales que me inculcó a la par que mis padres.
Eso no se olvida nunca y compromete la gratitud de quienes recibimos sabias enseñanzas de verdaderos apóstoles del magisterio. Si todavía nos acompaña, gracias, señorita Angélica de Segovia por todo lo enseñado; he tratado de no defraudarle; si Dios lo acogió, Él lo tendrá en ese lugar especial predestinado a sus ángeles. En esta especial fecha, Gracias a todos mis maestros secundarios y superiores.