Profunda inquietud me causa escuchar a nuestras autoridades y a varios analistas económicos, cuando nos anuncian que el Gobierno ha conseguido la inyección de nuevos recursos a través de la deuda pública para ejecutar los gastos previstos en el Presupuesto General del Estado, así como los no previstos para prevenir la pandemia que asola a todas las naciones del planeta. Se nos informa también que se ha renegociado la deuda tanto en plazos, períodos de gracia y tasas de interés con las instituciones financieras y tenedores de bonos emitidos por el Gobierno nacional para cubrir los ya permanentes déficits presupuestarios anuales. Pero lo que no nos dicen es cómo se va a pagar dicha deuda, no nos dicen con qué ingresos se va a hacerlo. Nadie nos dice si se ha hecho una corrida financiera o una proyección de los ingresos presupuestarios del Gobierno que nos revelen los saldos disponibles para destinarlos al servicio de la deuda pública, caso contrario si no sabemos lo más elemental, bajo qué supuestos de liquidez futura se ha renegociado la deuda. Que ojalá alguien nos responda esta inquietud. Caso contrario, estamos arando en el mar, como decía el enorme Bolívar, y sálvense como puedan las futuras generaciones, mientras los corruptos que se levantaron con el santo y la limosna quebraron y endeudaron al Estado, tienen aseguradas la vida de sus descendientes.