El columnista Lolo Echeverría, en nota periodística aparecida en el Diario EL COMERCIO (28-11-2015), bajo el título “Adiós jubilaciones”, en el último párrafo, anota: “Solo hay tres formas de evitar la quiebra del IESS: subir los aportes, bajar las pensiones y aplazar las jubilaciones”.
Ante esta durísima realidad que se avecina, “cual inminente tormenta o catástrofe” que amenaza la seguridad y el futuro de afiliados y jubilados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, me permitiría sugerir que el personaje más indicado para asesorar en la solución de este gravísimo problema, es el economista González, expresidente del Directorio de la mentada institución. Fue él, según los medios, quien facilitó, en su momento, la salida de una parte importante de los recursos del IESS para solventar la apremiante iliquidez en las arcas fiscales.
Digo esto porque en ese nefasto momento de su malhadada decisión, debió haber tenido prevista la manera de recuperar el “sagrado” dinero de quienes hemos aportado a los fondos de la seguridad social ecuatoriana, y que actualmente nos pertenece a un conjunto vulnerable de individuos, a quienes solo nos asiste la fuerza de la razón y el derecho a continuar viviendo con un bien merecido y relativo confort y dignidad.
Ahora, que el mencionado economista pretende fungir como un opositor al Gobierno, posiblemente con miras a posicionar su tienda política en las próximas elecciones, la principal oferta de su campaña política debería ser: la recuperación o devolución de los dineros del IESS, para lo cual, por ejemplo, podría impulsar y lograr con su actual y posiblemente su futura bancada política, la venta de los bienes inmuebles en poder del Banco Central del Ecuador, y que en parte cubriría la mentada deuda, considerando que este cometido debería asumirlo como una obligación o deuda pendiente con los afiliados y jubilados, por las causas por todos conocidas.
Por otro lado, parecería que aquellos personajes que por arte de magia han logrado cambiar de estatus económico en los últimos tiempos y que apoyan abiertamente que se pretenda cercenar los fondos del IESS, ya no necesitarán de una pensión o jubilación. Solo así se explica su extraña posición en contra de un grupo vulnerable: los afiliados y jubilados del IESS.