Poco a poco los ecuatorianos hemos ido destruyendo nuestra democracia. Lo irónico, es que lo hemos hecho democráticamente. En 2007 elegimos un presidente que nos dijo iba a pegar “correazos” a todo. Le dimos el voto para que destruyera la constitución vigente, y luego otra vez para que aprobase otra que ofrecía poderes dictatoriales al ejecutivo. Una y otra vez, democráticamente, fuimos derribando nuestra libertad. Una y otra vez fuimos votando por aquellos líderes que destruían la institucionalidad que de alguna manera velaba por nuestros derechos. Una y otra vez votamos por aquellos líderes que trabajaban por aniquilar la independencia de poderes. Una y otra vez votamos por aquellos que concentraron el poder hasta tal punto que ahora se han adueñado hasta de la verdad. Destruimos nuestra democracia democráticamente.