Es el que está tratándose de ordenar, en todas las áreas, en todas las actividades, en los proyectos, en las obras de infraestructura, en la justicia y más. Muestra palpable es lo ocurrido en La Concordia; un problema de años que no fue afrontado por todos aquellos administradores del estado que fingieron de Presidentes, que evadieron las confrontaciones, la toma de los toros por los cuernos, los desafíos de cambio. Algo tan sencillo como llamar al pueblo a que determine la vinculación política de su cantón, puso a correr a quienes no querían lidiar con el MPD esmeraldeño, a aquellos que no querían enemistarse con nadie y perder su apoyo electoral, a esos que le hacían el juego a agro exportadores y productores de la zona, que se frotaban las manos al no tener acreedores tributarios, a esos otros que convirtieron la Presidencia de la República en una oportunidad para el toma y dame. Del desorden viene el caos, y de este se deriva la injusticia, y ese status que benefició y todavía beneficia a algunos.