Escribo estas líneas cuando el país ya conoce de la elección de la Abg. María Alejandra Muñoz, como la cuarta vicepresidenta del régimen. El 8 de marzo del año pasado se supo, por la prensa, de la filtración de un diálogo telefónico entre la expresidenta de la Asamblea Nacional y la ministra de Gobierno (del Interior en esa fecha) sobre un presunto tráfico de influencias para bloquear y dejar sin efecto la creación de una comisión legislativa que debía investigar acerca de posible corrupción. En días pasados, se conoció de la existencia de un presunto audio de otro diálogo telefónico entre dos asambleístas investigados por corrupción, en el cual posiblemente se refieren a la ministra de Gobierno. Entre otros factores de orden político que han generado la antipatía hacia la candidata a la Vicepresidencia que constaba como primera de la terna enviada por el Ejecutivo, parece ser que este presunto diálogo sepultó sus aspiraciones de ser electa como titular de la segunda magistratura del país.
Qué frágil es la memoria humana y la de los ecuatorianos. Dos extraños diálogos, cuyos contenidos dan para pensar. El segundo de ellos se encuentra en proceso de investigación y autenticación. Con el primero todo quedó en la estridencia inicial y el alboroto público, pero nunca sea aclaró absolutamente nada. El segundo está en compás de espera, pero evidentemente le pasó factura a la Ministra. Y más grave aún, mientras no se esclarezca, es que se continúan proyectando las sombras de duda sobre sus actuaciones e interacciones con algunos integrantes del Poder Legislativo.