El país continúa enterándose de innumerables escándalos que se dieron durante la “década ganada” de Correa. Donde aparece una obra de su gobierno, paralelamente se descubre algún enturbio relacionado a esa acción, que no son solo atracos económicos, sino también hechos tiránicos. Su despótico dominio en todas las funciones del Estado, le dieron patente de corso para que nos atropelle impúdicamente.
Ya debería entenderse que descorreizar el país, es el inicio para moralizarlo. Dos o tres preguntas de la próxima consulta van por ese objetivo; pero no es suficiente, porque si bien Correa está en el ostracismo; “su milagro” sigue operando con sus apóstoles, que son acunados por Moreno. Es importante borrar todo rastro en leyes, enmiendas, decretos, etc. que lleven la macabra impronta revolucionaria; además, separar del gobierno esos apóstoles de marras. Parodiando un grafiti de nuestra independencia, la posesión de Moreno fue: “último día del correísmo y primero de (casi) lo mismo”; análoga reflexión del “gatopardismo” de Giuseppe Tomasi de Lampedusa: “cambiar todo para que nada (o poco) cambie”.