Soy una ecuatoriana que vive aquí por 20 años en los que he sido testigo y víctima del flagelo y maltrato, a quien aparte de la consanguinidad que me honra, después de estudio riguroso y objetivo en todos esos años bajo la dirección del Director del Archivo Flores, el benemérito y erudito sacerdote jesuita Dr. Jorge Villalba F., PhD, he encontrado que fue un hombre noble, gigante por su generosidad, falible a veces como humano, genio militar y político. Una burlona crítica (Dolores Costales) lo acusó de tener “vocación de mártir” porque toda su vida desde la temprana adolescencia fue una entrega total a la causa independentista de Bolívar quien se convirtió en su padre, a quien amaba entrañable y filialmente hasta el final. Se puede decir que él casi no tuvo vida personal, lo dio todo siempre. El Padre Villalba que lo estudió tanto lo encontraba ¡perfecto! Es amargo que este país sea tan mal agradecido y que absurdamente se encajone y tergiverse intencionalmente la verdad, de Alfaro hasta Correa.
La prensa constantemente invita y publica en páginas enteras ataques a este líder, aunque por años se haya negado y probado que son sesgados, erróneos, calumnias, y ¿por qué, como mínima justicia no se da igual espacio a quien se le debe tanto, y permite que el Ecuador, mi país y el suyo, se encuentre con su ¿historia verdadera?
En cuando a mí, siempre he sido amiga de EL COMERCIO. Hace unos años tuve el gusto de aclarar para ustedes una mala traducción (un tomo de poesía de Carrera Andrade).