El jueves 28 de julio en radio Pichincha Universal durante una entrevista a renombrado funcionario público fueron emitidos los comentarios: “Los docentes de la Facultad de Filosofía presentan los puntajes más bajos en las evaluaciones de Ineval”; “Quienes siguieron la carrera de docencia lo hicieron pues no tenían otra alternativa, era la última oportunidad a la que podían acceder” frases tristemente célebres y cargadas de ironía y sarcasmo (“El sarcasmo es el lenguaje del diablo” Thomas Carlyle), probablemente por desconocer del desenvolvimiento y aporte para la educación del País por parte de la benemérita Facultad, como profesional en docencia y jurisprudencia puedo dar testimonio que en la difamada Cogito Alma Mater el nivel de exigencia estaba a la altura de las más importantes universidades de América , las asignaturas de especialización representaban el diez por ciento del currículo (Química, Biología, Anatomía, Ecología, Zoología, Botánica), adicionalmente nos beneficiaban con aprendizaje de asignaturas como psicología, pedagogía, didáctica, estadística, investigación, legislación educativa, raíces griegas y latinas en sus diferentes capítulos estudiados año tras año.
A diferencia de otras instituciones que fueron avaladas en las décadas 80 y 90, mismas que otorgaban títulos en la mitad del tiempo y con una malla curricular por demás primigenia y aún con esas características algunas de esas instituciones innombrables por discreción fueron convocadas el estudio y modificación de las reformas de educación; en estos trajines, fuimos instruidos los docentes hasta el 2002, último año en el que egresé. Si hablamos de personalidades pueden ser nombrados insignes maestros de la talla de Gustavo Orcés, Carlos Gallo, Eduardo Barreiro, Gustavo Cerón, Betty Araujo, Bladimir Bazantes, Eduardo Estrella, son docentes que aportaron al desarrollo de la educación de nuestro Ecuador. Extrapolada esta reseña con el comentario del funcionario público realizo el cuestionamiento: ¿Quién vela y protege por el buen nombre, la dignidad y los derechos a la buena reputación del hombre (Sp), de las profesiones y de las Instituciones Públicas que deben estar protegidas en todos los ámbitos, sin ser criterio o capricho de la autoridad, finalmente, cómo es posible que un representante del Estado se refiera en estos términos de instituciones que necesitaron de cientos de años para su formación y desarrollo; de la noble y sacrificada labor de la docencia que aún en la actualidad sigue siendo cuestionada por personas que no tienen idea de la dedicación que una Maestra o Maestro entregan durante su desempeño.