No hay clamor más extendido entre nuestra población que el de la seguridad. Es ahora en Sangolquí, donde hace pocos días fue asesinado un joven del lugar -sustracción de un teléfono celular de por medio- el que gatilla la organización de una multitudinaria marcha por la seguridad en que, una vez más, los ciudadanos indefensos ante el incremento de la delincuencia salieron a las calles para expresarse ante la desidia del Estado, encarnado en las autoridades que tienen que ver con este asunto. Hoy, que tanto se habla del “buen vivir”, se hace urgente que nuestras autoridades, elegidas para trabajar para nosotros, a los cuales se les paga con nuestros impuestos, es decir, empleados nuestros, entiendan de una vez por todas que están en la obligación de proporcionarnos seguridad. De la misma manera, es hora de exigir que dejen de involucrarnos en nuestra propia defensa a través de seudocomités de seguridad barriales, cuestión para lo cual la ciudadanía común no está preparada, y que se respeten nuestros derechos de vivir en paz garantizados en la Constitución.