En esta época del año especialmente, aprovechando el clima favorable que reina en el Pacífico Oriental, influenciado por el permanente movimiento de la corriente de Humboldt (la cual viene desde el extremo suroriente del Pacífico y luego se desvía hacia el occidente y pasa muy cerca de las Islas Galápagos), la riqueza ictiológica aumenta notablemente, entonces aumenta también la llegada de las flotas pesqueras del mundo, las cuales intensifican su labor depredadora en una campaña agresiva y destructora.
Lo indignante es que algunos barcos de China utilizan los métodos de pesca con palangre (líneas con varios anzuelos en donde caerán toda clase de peces) y la red de arrastre principalmente y muchos de los peces ni siquiera servirán para la alimentación de poblaciones orientales necesitadas. Se da el caso insólito y ridículo de que tiburones son arrojados nuevamente al mar después de que se le cortan las aletas dorsales que servirán a chinos lividinosos para incrementar su placer sexual según creen, guiados por una ignorancia milenaria en estos aspectos. Esto es criminal y ridículo, vergonzoso y devastador.
Las altas autoridades chinas deberían tomar cartas en el asunto y prohibir a sus pescadores este asalto a la riqueza ictiológica del mundo. Urge un convenio internacional que proteja con mecanismos eficientes esta riqueza como bien sugiere el El Comercio en la edición del 28 de abril de 2019.