Los aficionados al deporte vemos con buenos ojos los cambios que se han producido, primeramente en el comité olímpico ecuatoriano hace algunos años y ahora en la federación ecuatoriana de fútbol. Por enésima vez se comprueba que las administraciones que empiezan bien y con buenas intenciones se vuelven corruptas, estáticas y fuera de tiempo, cuando los actores de esas administraciones se perpetúan en el tiempo y se sienten indispensables. Esperemos que los nuevos administradores del deporte ecuatoriano no caigan otra vez en ese círculo vicioso, debido a que no preparan el camino para que gente capaz asuma un nuevo cambio. No olvidemos que ejemplos claros los tenemos también, en la política ecuatoriana.