Hace cuatro años en las anteriores Olimpiadas, en una carta enviada a este Diario expresé mi molestia por no haber mencionado el Calentamiento Global. En las actuales Olimpiadas de Río mi reconocimiento por el acto de inauguración en la que sí se destacó los gravísimos problemas que atraviesa el planeta y se despertó la conciencia de sus habitantes.
Pero el tema de mi carta en septiembre del 2012, fue destacar que nuestro país rico en recursos humanos, naturales, no podía salir de la pobreza, a pesar de los enormes esfuerzos de nuestra gente trabajadora, ingeniosa y emprendedora.
Aquí en nuestro país se dan verdaderas Olimpiadas, verdaderas competencias de subsistencias, donde un padre, una madre, salen a crueles lides en las calles, con la meta de conseguir dinero para sostener a sus familias, llevar alimentos. Esas son las marcas, los récords. No pueden abandonar las competencias, porque sus hijos o comen o comen. Está prohibido perder.
Su pódium es ver a sus hijos graduados, con profesiones. Recién han conseguido medallas, han roto marcas y se han ganado medallas de corazón, el amor de sus hijos. Las canchas, las pistas, son las calles, vendiendo frutas, periódicos, lotería, jugos, y tantas cosas más, en esas frías mañanas y noches, o soportando calores infernales o los gases tóxicos de los automotores en las calles, riesgos, ofensas.
Mujeres humildes verdaderas atletas de excelente nivel, hombres verdaderos magos; sus medallas, la sonrisa de felicidad de sus hijos, sus besos, sus abrazos.
Sinceramente ustedes hombres y mujeres del Ecuador, se llevan todas las marcas, las medallas. Son verdaderos campeones Olímpicos.