Los países eligen la democracia como una perfecta igualdad, donde el votante por medio de sus representantes “los políticos” sean los que decidan como se debe establecer la vida económica, política y social en un estado, lo cual en su base es cierto, pero el problema comienza cuando el voto es obligatorio, debido a que ese sufragio pasa a convertirse en una mercancía que será vendida al mejor postor y de ese principio nacen los líderes populistas.
Son personajes que dominan la oratoria por medio del discurso sentimentalista convencen a las masas de venderles su apoyo a cambio de algo que servirá para que el individuo pueda sustentarse ese día, pero que en el largo plazo realmente hará que muera de hambre, pues el individuo que compra votos no llega preocupado por la sociedad, llega preocupado por cómo recuperar de la manera más rápida y efectiva todo el dinero que invirtió comprando votos.
¿Quién vende su voto?, lamentablemente muchas personas que venden su voto, tienen en común que en el sufragio anterior ya lo hicieron, por lo tanto, son personas susceptibles a ser engañadas y manipuladas con extrema facilidad por el seguro hecho de no poseer una educación que garanticen un criterio acertado de la realidad social que los envuelve.
Ahora analicemos esto de forma fría, cuando usted necesita a un asesor financiero para que dirijan su capital, imagino pensará en acudir a un experto en el tema, lo cual demuestra que la igualdad no existe porque además sería lo más injusto del mundo, entonces si el criterio no es igual dependiendo el nivel de educación de las personas, porque el voto, vale lo mismo igualando los criterios, es algo realmente loco.
Pero las personas que necesitan de este sistema de supuesta igualdad, lo defienden a muerte no por justicia colectiva, lo hacen por ambición personal y para sustentar esto, tenemos miles de políticos elegidos de forma directa y comprando votos, que luego de un tiempo se vuelven millonarios y me gustaría decir que se olvidaran de las personas que les dieron el voto, pero esto sería demasiado romántico, pues la realidad es que estas personas nunca les importaron.