Es indiscutible que nuestra democracia no ha podido resolver, los más acuciantes y graves problemas que aquejan a la patria; en efecto tenemos que admitir, con mucho pesar, que existen enormes falencias en educación, salud, seguridad, fuentes de trabajo y justicia social.
Hay crisis en las instituciones del Estado: un Ejecutivo ineficiente y sin credibilidad, un poder Legislativo donde predominan las componendas y los intereses personales y de grupo y una justicia sin imagen y colapsada.
Los partidos políticos no existen o están filosóficamente desorientados y no cuentan con planes económicos y sociales dirigidos a conseguir el desarrollo y progreso del país y a la eliminación del desempleo, la pobreza y la corrupción.
El Ecuador no necesita, para subsanar sus males, políticos teóricos, que mientan y que engañen; sino estadistas y técnicos honestos, que pongan en práctica el respeto a los derechos humanos y la vigencia de la justicia, la decencia, la ética y la moral y hagan efectivo un plan económico y social de equidad y solidaridad, que solucione la grave crisis que nos agobia.
¿Será posible qué se resuelva la crisis de nuestra democracia? La respuesta a esta interrogación, la daremos recordando lo que afirmó Stephen Hawking en su famosa “Teoría Del Todo”: ¡Mientras haya vida hay esperanza!