Antes de Correa no se había presentado un caso de delincuencia parecido al de la sustracción y venta de material bélico que ha sido una noticia impactante para la sociedad ecuatoriana. Correa atacó sistemáticamente a la institución armada con la finalidad de diezmarle y finalmente destruirle; encontró la mejor forma de hacerlo cuando llama a la insubordinación entre jerarquías de las FF.AA. Con eso destruyó el mando y la disciplina, puntales para mantener una organización jerarquizada; se perdió el control entre jefes y subordinados y con facilidad se infiltraron los indeseables y también sucumbieron algunos malos elementos que ya estuvieron en la Institución. Llamar a la insubordinación constituye un grave delito que atenta contra la seguridad del Estado.
Es por eso que algunos militares en servicio pasivo queríamos que la Asamblea y la justicia cumplan con su obligación de enjuiciar a Correa, no tuvimos apoyo. Los jefes militares en activo se dejaron convencer de que el militar por ser obediente y no deliberante debía agachar la cabeza ante el déspota que hizo con la Institución lo que se le vino en gana por sobre la Constitución y las leyes. Nadie reclamó.