Han pasado 6 meses desde que en una de las acostumbradas sabatinas -12/diciembre/2010- el Eco. Correa dijo que “no sabía sobre seguridad y que se pondría a leer”. Sin embargo del anuncio del “paladín justiciero” seguimos en total indefensión, los crímenes son más y peores; la Policía sigue dando palos de ciego y el Presidente continúa con su política de visitar a los delincuentes en las cárceles, ofreciéndoles apoyo o incentivando el rencor de estos contra los “perversos pelucones” que los han metido ahí, así como de ir y volver con reformas penales que les favorezca.
En lugar de todas esas proclamas demagógicas, hubiera bastado con que lea alguno de los muchos estudios que hay al respecto para que aprenda sobre la relación entre delincuencia y desempleo, siendo la principal motivación para el crimen la falta de oportunidades para solventar las necesidades básicas, así como las nulas perspectivas para encontrar un empleo permanente, lo que deriva en un exceso de tiempo dedicado al ocio que se gasta en cantinas o parques donde es fácil entrar en contacto con un ambiente marginal, acrítico hacia la delincuencia y que termina considerándola como un sustitutivo lícito para obtener ingresos.
No cabe la menor duda que es el período presidencial que más dinero ha tenido en la historia del país, con el que se hubiera podido crear miles de plazas de trabajo (no burocráticos, sino productivos), lamentablemente el desastroso manejo económico, unido al despilfarro de los dineros públicos en una permanente campaña electorera y populista no ha hecho más que ahuyentar la inversión, muy a pesar de lo que digan las estadísticas gubernamentales que persistentemente se las manipula para que aparezcan como exitosas.
En conclusión, tenemos una población indefensa –desarmada- que vive atemorizada, mientras los delincuentes hacen de las suyas a sabiendas de que no corren ningún peligro.