Cuando una persona alcanza una dignidad popular a través de elecciones libres, universales y directas, su compromiso es con el pueblo que lo eligió.
Se debe ser sumamente cuidadoso en las expresiones, al decir esa persona que se debe a un proyecto político y a un determinado partido, es una declaración clara sobre el hecho de que en mentalidad privilegiará los lineamientos del proyecto o del partido por sobre los intereses del pueblo.
Hacer esa declaración es asumir que la verdad absoluta está en su proyecto político o en su partido político. Algo inaceptable cuando se tiene mentalidad amplia o de estadista. Esas limitaciones son propias de un dogmático o de un doctrinario, calidad realmente insuficiente para ocupar un cargo público de alta responsabilidad.
Los políticos deben aprender que los intereses de un pueblo, de un país, estarán siempre por encima de cualquier ideología o de cualquier doctrina. Si no se entiende esto, no merece ser político, no merece representar a una sociedad.
Nadie, ni tampoco ideología alguna tiene la verdad absoluta, ni tampoco la llave de la solución a todos los problemas, es por esta razón que se prefiere a quienes tengan una mente abierta a diferentes soluciones. Las aplicaciones a rajatabla de dogmas ideológicos han demostrado u n rotundo fracaso, donde solamente ven beneficios los intelectualmente ciegos, los dogmáticos. Allí está Venezuela, en un despeñadero sin control, porque sus dirigentes se aferraron y se aferran a una falsa ideología, a una falsa implementación de la equidad: solamente se vive la equidad hacia abajo, hacia la miseria.
No se puede aceptar que las cabezas de las funciones de un estado se sujeten a inspiración ajena, esto los hace no merecedores de los puestos que ocupan. Están allí para deliberar, pensar, analizar y decidir: sin análisis, sin pensamiento, no hay decisión acertada.
Sujetarse a un libreto no es gobernar ni administrar una función, es actuar como las tuberías de agua: solamente transportan una decisión sin aportar con la capacidad que espera el pueblo que por ellos votó.