Su carta revela su admiración por el presidente Correa y está bien. Cada uno puede opinar, hasta ahora, lo que cree desde su perspectiva. Discrepo con Ud. en el sentido de que todo lo bueno que ha hecho, para eso se lo eligió, y mucho más, se puede hacer sin insultos, sin vejaciones, sin burlas, sin prepotencia y sin enfrentar a los ecuatorianos. No olvide nunca Sr. Narváez que los elegidos en votaciones son ciudadanos que se obligan a servir a los electores y velar por su bienestar, lo que olvidan tan pronto se posesionan. No olvide ofertas de campaña incumplidas. ¿Cree Ud. que el aumentar el tamaño del Estado es la solución al desempleo? ¿Cree también que ahuyentar a los inversionistas está fomentando el desarrollo del país? El pelear con los amigos y acercarse a países que poco o nada nos compran, ¿está bien? ¿Le parece bien los millones gastados para convencernos que la imprudencia del 30-S fue golpe de Estado?
La lista de interrogantes es muy larga y la respuesta es el silencio o el ataque sabatino.