Conocí a don Buca, a raíz de su rompimiento con Carlos Guevara Moreno. Fui su representante en la parroquia Durán (hoy cantón) por muchos años. Irrestrictamente, colaboré en todas sus campañas políticas, abiertamente y sin ningún reparo porque consideraba que “El Chueco” era un mal menor en comparación con todos los que pasaban, escoba en mano, por el Cabildo guayaco, no precisamente para barrer la basura, sino para limpiar lo que más podían de la economía del cantón.
Su padre, Abdalá Bucaram Ortiz, no fue la excepción. Pésimo como alcalde, un desastre como presidente y ahora, con “cara de tuco” (con su permiso, Sr. Presidente), pretende que le paguen por sus payasadas. No porque se apellide Bucaram, ya es sinónimo de fuerza política, como lo fue don Asad Bucaram. Usted carece de la envergadura de carácter e iniciativa y del espíritu batallador y sentido justiciero que distinguió a don Buca. De manera que, para empezar, Ud. ya tiene un voto en contra.