El 9 de diciembre pasado murió en Quito un hombre extraordinario, un amigo entrañable y un líder indiscutido de nuestra ciudad ya que dedicó su vida al servicio a los demás. Este hombre, a los 16 años, ya fue operado de los pulmones porque le detectaron fibrosis quística, una enfermedad que le acompañó hasta la muerte.
Después de estudiar teología en la PUCE decide hacerse sacerdote y desde ahí comenzar su formidable labor de amor y entrega. En la universidad ya forma el grupo ‘Nuestros Amigos’ para colaborar y ayudar a los hijos de las mujeres presas. Los que lo conocieron en esa etapa de su vida comprenden que el era especial y único.
Como sacerdote forma el ministerio de la calle que consistía en dos veces por semana salir por las noches a alimentar a los más necesitados en portales y plazas, luego esta misión crecería hasta que se logró crear la fundación entrega que trabaja más de 15 años por los más necesitados.
Igualmente, funda el Hogar María de Belén, el Jardín de Infantes Niños de Fátima, se convierte en uno de los defensores más comprometidos con la vida y la familia. Siendo sacerdote diocesano, apoya a todos los movimientos y carismas para que sigan con su obra. Era un hombre enamorado de las familias.
Se nos fue un sacerdote extraordinario, pero vivirá en nuestros corazones, porque un líder católico comprometido es solo una semilla y nosotros somos su fruto, estamos seguros, los buenos somos más. Hoy que se cumple un mes de su fallecimiento podemos decirte gracias por toda tu labor y servicio fuiste un cura extraordinario.