Desde que King Hubbert difundió su teoría ‘peak oil’, anunciando que la producción de petróleo en EE.UU. llegaría a su cenit en los años 70 y se predijo que igual cosa ocurriría en el mundo a inicios del 2000, imperó la percepción de la escasez del petróleo; y, dado que el consumo sube inexorablemente, el precio del hidrocarburo solo subiría. Este fue el motor más poderoso para alentar nuevas tecnologías, pero en vista del gran consumo mundial, la única fuente alternativa para el petróleo sería el hidrógeno, a tres o cuatro décadas
de alcanzarse.
Hoy, la tecnología y los precios, permiten explotar enormes recursos contenidos en lutitas, arenas bituminosas y fondos marinos. EE.UU. y Canadá, por ejemplo, podrían llegar a producir suficiente crudo para sus propias necesidades si los precios del crudo se mantienen a USD 70 por barril, lo cual significaría un precio menor para los crudos ecuatorianos. Esto tomará unos años para que suceda, pero sucederá. ¿Los grandes perdedores? Primero las nuevas tecnologías que tardarán más en desarrollarse– y con ello el medioambiente; y, segundo, los países productores de crudos convencionales como el Ecuador. Nos quedan
pocos años para desarrollar nuestras propias fuentes de ingresos no petroleros.