Los actos demuestran el grado de prestigio que tenemos ante la sociedad, en acciones personales o al desempeñar funciones públicas, siempre siendo diáfanos en nuestro proceder, con el fin de preservar la reputación ganada a través del tiempo. Existen hechos en los que el entorno afecta el buen nombre, especialmente al ejercer funciones de alta responsabilidad pública, debido al deber que el alto cargo exige y a la fácil imputación que de ella se deriva, o en sucesos en que aparecen familiares involucrados que podrían confundirse como testaferros o encubridores, por lo que es necesario que las personas implicadas aclaren los pormenores ocurridos. La Función Judicial actuando en forma independiente, tiene la obligación de fiscalizar y verificar los hechos por el bien y la paz de la sociedad.
El progreso y desarrollo dependen del grado de credibilidad de las personas y sus instituciones, especialmente las que se encuentran al servicio del país. En el orden político despojándose de su proyección partidista; en los servicios, prestando con honestidad y agilidad sus cometidos, pues muchas veces dependen la vida, como en el caso médico; en las entregas, prontitud para que no terminen a deshora emprendimientos importantes; en la limpieza organizada para preservar la salud.
A más alto grado de credibilidad, mayor es el desarrollo del país, la confianza es uno de los factores principales en el desarrollo de la educación, economía, seguridad y salud, evita incertidumbre, descrédito e insolvencia. Ayudemos a que cada función del Estado, independientemente cumpla con sus deberes para con todos los habitantes.