Los trámites municipales se han convertido en un verdadero problema para los profesionales en el sector. Las demoras, los requisitos cambiantes y los papeleos necesarios hacen que obtener los permisos para esto o aquello tomen tiempo y aumenten los costos de las obras. La burocracia municipal, indolente, ineficiente y en ocasiones ‘poco santa’ hacen que los tramitadores abunden, los ‘gastos’ se agiganten y por supuesto el sistema funciona para quien conoce a ‘alguien’ que ‘sabe’.
La ciudadanía se pregunta, por ejemplo, si los centros comerciales en construcción en el valle tienen padrinos que les permiten cambios en las vías para acomodar su tráfico? ¿Será que un ciudadano común tendría iguales facilidades? No existen pruebas de irregularidades pues no se estila papel carbón de haberlas, sin embargo sorprende la facilidad con que ciertos emprendimientos logran las cosas rápidamente mientras miles de ciudadanos soportan la pesada tramitología, la caída del sistema, el “no está” y el “mañana” o “está en sesión” típicas respuestas que el común tiene que soportar.
Se requiere autoridad, se exigen ejecutorias y mejorar procesos en bien de la ciudad y sus habitantes, víctimas de la burocracia pesada, indolente, exigente y por supuesto “seria”.