Los periódicos y noticieros nos dan cuenta de los acontecimientos mundiales que día a día se suceden, en ellos resalta la falta de cordura de líderes que por mantenerse en el poder realizan ataques sobre ciudades y poblaciones que no están de acuerdo con su manera de gobernar, realizando en unos casos bombardeos sobre civiles indefensos, hospitales, viviendas, escuelas, etc.
En otros casos, líderes con gobiernos totalitarios, donde reprimen a la población sin que se les permita manifestarse o reclamar la falta de medicinas, atención médica, alimentos o educación, mientras quienes son leales al régimen tienen acceso a algo de lo que los gobernantes despilfarran. En otros casos, prefieren sus ideas disfrazadas a través de un partido, sobre los intereses de sus respectivos países.
La política debe estar acompañada de la diplomacia que el pueblo se merece, de una dirección que atienda las necesidades de todas las variedades de pensamiento que en él se desarrollen, siempre respaldados por la legalidad de los actos de gobernantes y gobernados, haciendo brillar la justicia, madre de una sana convivencia y paz de su población. La cordura es el tacto y la formalidad para desarrollar democracia y entendimiento en todos los sectores, mientras que la falta de cordura es insensatez y locura, a más de la inmensa responsabilidad moral de matar a las personas, cuando ellas no están de acuerdo con las ideas del régimen.
La pasión del poder nubla la visión de una clara respuesta dada por opositores, que con sus pensamientos tratan de obtener beneficio en pro de toda una población.