Cuando las cosas no marchan como supone “el líder”, cuando sus funcionarios fracasan en la gestión de los hospitales públicos, la salida más sencilla es endilgar a los médicos ecuatorianos la responsabilidad del fracaso. Luego de cinco largos años descubre que los médicos, designados por su gobierno, no han sido capaces de dirigir esos hospitales. Ese antecedente le permite concluir que la única solución es contratar consultores extranjeros que dirijan esas instituciones. Los contratados deberán tener un perfil de magos, para que sepan cómo gestionar hospitales con el presupuesto centralizado en el MSP; cómo adquirir medicamentos cubanos sin el debido Registro Sanitario, como lo manda la Ley; cómo multiplicar los espacios, la infraestructura y el personal, sin tenerlos; cómo ofertar servicios a la gente que procura atención médica en hospitales ya colapsados; cómo ocupar los museos y las capillas de los hospitales para llenarlos con camillas de enfermos.
La historia se repite una y otra vez, el país ha gastado millones en consultorías sin lograr beneficios tangibles. ¿Cómo puede una autoridad reclamar, al cabo de cinco años, la falta de resultados de sus colaboradores, sin responsabilizarse por haberlos nombrado debido a su afinidad política y no por su preparación? ¿No habrá llegado el momento de plantear un sistema de salud único, acorde con nuestra realidad, con objetivos reales y concretos, que resista las veleidades demagógicas de los políticos de turno y exigir que cesen las improvisaciones coyunturales?