La valentía nace del carácter, del ‘shungo’, de profundo de la personalidad de los seres humanos, por otra parte la cobardía, de igual origen, se manifiesta en muchos, de muchas maneras. Así, cobarde es aquel que se protege con la jorga del barrio, con la guardia pretoriana o la patota de la esquina, cobarde es aquel que escudado tras la pared o a sabiendas que no le pueden contestar lanza la ofensa, cobarde también es aquel que insulta a una mujer, sea periodista, asambleísta u opositora.
Cobarde es aquel que no se atreve a andar desprotegido pues tiene terror de lo que sus propias cobardías pueden ocasionarle, cobarde también es aquel que siendo insultador se escuda tras un cargo, un uniforme o una condición que no permite a los demás responderle en iguales términos. En fin, cobarde es aquel que se da golpes de pecho en la iglesia pensando que, por si acaso exista castigo divino, me curo en salud. Valentía y cobardía no tienen que ver con educación, ni condición social y peor ideología, forma parte de su ser intimo.