Uno de los lugares turísticos más visitados de nuestra ciudad de Quito es San Antonio de Pichincha, donde no solamente se encuentra el Monumento a la Mitad del Mundo, sus importantes museos, sino también el edificio de UNASUR, sus parques y sus concurridos restaurantes. Es una zona que está creciendo de manera vertiginosa, poblada y dotada de un clima muy agradable. Si se toma la nueva ruta Simón Bolívar se puede apreciar la cantidad de urbanizaciones tipo cajas de fósforos que se están levantando, sin áreas verdes ni una visión arquitectónica que atraiga al bienestar de los habitantes. No existe, lastimosamente, desde hace varios años atrás una eficaz política municipal, ni del ministerio del Ambiente, ni desde el Gobierno Central en relación a reforestar esta hermosa zona de nuestro país.
El suelo de San Antonio de Pichincha ha sido dañado por la gran cantidad de canteras existentes. Talar árboles y permitir el uso de canteras sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad, en aridez y un gran daño a la salud de sus pobladores.
El descuido e ignorancia del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, la mala administración en las canteras, el manejo poco responsable de la forestación, el quemeimportismo de nuestra sociedad y leyes medioambientales deficientes, hacen que la visitas a este sitio turístico y la vida en esta zona no sea muy agradable. La estación invernal en nuestra capital está llegando y también ya se sienten las primeras lluvias en Pomasqui, San Antonio de Pichincha y Calacalí.
Es necesario aprovechar, por lo tanto, de este cambio de estación para incentivar la reforestación en toda esta zona. Sembrar árboles no es solamente una obligación de los habitantes que viven allí, de las urbanizaciones hechas y de las que se están haciendo sino que también debe venir de un apoyo y de un proyecto sustentable del Municipio Capitalino, de los Ministerios responsables y del propio Gobierno.
Los bosques sanos ayudarán a absorber los gases de efecto invernadero y las emisiones de carbono causadas por crecimiento poblacional de la zona y contribuirán al bienestar de los pobladores.
Los beneficios de plantar vida son inconmensurables y dan un enfoque más benéfico de la reforestación de las tierras deterioradas, ya que los proyectos sociales de siembra de árboles producen resultados positivos, por los bienes que se producen y por los servicios ambientales que prestan. Es un reclamo muy justo de sus pobladores y de los turistas que la visitan.