Han transcurrido ya 200 días, desde que los médicos ecuatorianos han cumplido con su sagrada misión de entregarse por entero, aun arriesgando su vida y sacrificando a sus familiares íntimos: esposa, hijos, padres y más parientes, para atender a las víctimas del terrible flagelo provocado por el despiadado SARS-CoV-2; continuos y extenuantes turnos de hasta 24 horas, han tenido que dedicarlos para salvar a los enfermos críticos en las Unidades de Cuidados Intensivos, (UCI) exponiéndose con enorme riesgo e inigualable coraje, al contagio de este temible enemigo.
Son ya, más de dos mil quinientos los médicos que han sido infectados por el coronavirus y cerca de dos centenas de patriotas y valerosos colegas, los que han trascendido a la gloria, después de haber luchado sin cuartel contra esta implacable enfermedad: la covid 19, muchas veces sin los insumos necesarios para su protección.
Son verdaderos héroes, que merecen el reconocimiento y la gratitud de todos los ecuatorianos. Los colegas que sobreviven, estamos seguros, seguirán fieles al juramento que hicieron al obtener su título de doctores en medicina y cirugía. Nos permitimos sugerir que, en su honor, se erija un monumento que recuerde y perennice los nombres de esta pléyade de estoicos y valientes galenos; el que podría estar ubicado en la avenida Naciones Unidas, frente al edificio de la Federación Médica Ecuatoriana y del Colegio de Médicos de Pichincha.