Vivir en Quito ya no constituye ningún privilegio. Al contrario, a la pavorosa inseguridad, aumento de impuestos y falta de parqueaderos libres de la Zona Azul, se suma la multa de 132 dólares por supuestamente tener el vehículo estacionado en un sitio prohibido. En cuestión de segundos, ágiles mentes que negocian con winchas en contubernio con la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas, Epmmop, amén del susto y el mal rato, desaparecen su carro y lo llevan a los repletos patios de abusiva retención. En qué país y en qué ciudad vivimos. Hoy estamos desamparados y cada quien hace lo que le da la gana, sin que nadie diga nada. Qué se hace con las fabulosas multas que recaudan a diario. Acaso se emplean en construir parqueaderos y mejorar la movilidad. Es esta la ciudad que todos queremos. Por favor, quiteños y quiteñas, ecuatorianos y extranjeros que vivimos en la ex ‘Carita de Dios’, protestemos como es debido y no permitamos que sigan asaltando nuestros cada vez más débiles bolsillos.