Con este gracioso título aparece en EL COMERCIO (Cuaderno 2, página 16, miércoles 15 de febrero), una noticia con la fotografía el Prefecto de Pichincha y un arquitecto uruguayo que parece de lo más extraordinario según lo afirma el texto de la nota.
El arquitecto Rafael Vigñoly, “uno de los popes de la arquitectura mundial” tiene una propuesta, que, según afirma, es “planetaria”: se trata de construir “una edificación que alcance un kilómetro de altura y que refleje dos concepciones de la arquitectura: la iconográfica y la funcional”.
Según lo que he visto en la Internet, la torre más alta del mundo por ahora es la de Burj Khalifa, en Dubái, que tiene 828 metros de altura. Según información de EL COMERCIO… “Además de que el edificio servirá para albergar espacios destinados a reactivar y aumentar el turismo, también será un monumento vivo que refleje la nacionalidad ecuatoriana en su verdadera dimensión”.
La primera pregunta que surge con respecto a esta información es ¿Será necesario construir una especie de batolito artificial para que refleje “la nacionalidad ecuatoriana en su verdadera dimensión”? ¿La idea no será competir con Dubái en el desarrollo de megaconstrucciones? Habrá suficiente cemento y hierro en el país para esta empresa (ahora dirían ‘emprendimiento’). ¿No habrá peligro sabiendo que San Antonio está tan cerca de la falla de Pomasqui que tantas veces ha producido fuertes temblores ?
Por lo menos la noticia termina diciendo que el “reto quedó plantado”, pero cuando esté listo el ‘sketch’ en papel “se presentará a la comunidad para su socialización, aprobación y financiación, que según don Baroja, el Prefecto, “será por consenso ciudadano, es decir que habrá otra consulta popular, ya nos vamos acostumbrando…